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La playa

Las luces de la farolas del paseo marítimo permanecían encendidas mientras el sol ya daba los primeros rayos y aventuraba el amanecer. Los pies aún estaban mojados y llenos de arena, siendo la prueba de que hasta hacía pocos minutos nuestros cuerpos estaban bañándose en la playa mientras la luna y el mar eran los únicos testigos de nuestros besos y caricias bajo el agua.
Y es que hacer el amor no es solo sexo. Se puede hacer el amor con la mirada, con los besos, se puede hacer el amor con las manos, con las palabras...se puede dar tanto amor con gestos tan pequeños... ¡Ay los ilusos que hablan del amor! ¡Ay los locos enamorados que cuentan historias de pasión y romances que imaginan en su cabeza! Y yo pienso que pobres aquellos que no son capaces de enamorarse, no solo de las personas, de todo aquello maravilloso que nos rodea, de la vida. Porque ¿si no sientes?¿si no tienes un ápice de emoción? ¿qué es aquello que mueve tu mundo?

Los sentimientos. Que fáciles nos parecen y que complicados son dentro de nuestra cabeza, dentro de nuestro corazón, que a veces no somos capaces de gestionar esa emoción que se nos aparca en la boca del estómago y es capaz de dejarnos sin respiración, incluso de hacernos temblar. Esa emoción que hace que nuestro cuerpo se estremezca y suspiremos como si el oxígeno del mundo se hubiera esfumado de nuestro alrededor.

Y yo, que creía que lo sabía todo del amor, que ya me había enamorado...me doy cuenta de que este viene siempre arrollando a su paso con todo lo que hay a tu alrededor, dejándonos indefensos y llenándonos la vida, pero como todo...el concepto de amor cambia con la edad. De repente guardas cada beso, cada detalle y cada abrazo como si fuera el mejor tesoro de tu vida, porque sabes lo que significa perder y tener el corazón roto, dejar de sentir y volverte fría como e hielo. Aprendes que los recuerdos se convierten en algo "atesorable" porque no los quieres borrar nunca de tu cabeza. Aprendes o reaccionas de forma distinta a las emociones que se ponen por delante, y de repente compartir tu vida con alguien pasa a ser compartir tu felicidad y todos los momentos que pasen por tu vida con esa persona. Comprendes que compartir esa vida es ser un equipo, que ir de la mano hasta el final, pase lo que pase es lo importante. 

Y dun día te ves en esa situación, en una playa, con los pies mojados, riendo a carcajadas y mirándoos en silencio, entonces, en ese momento vuelves a pensar que no quieres soltarte de su mano jamás.

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