Me asomo a la ventana y está nublado, echo de menos ese sol que ilumina el salón de mi casa por las mañanas mientras estudio y hace las horas de trabajo mucho más cálidas. No hay nada nuevo, la rutina se apodera de cada día de mi vida haciéndola cómoda y sencilla. Y piensas que todo va a seguir así, que ahora mismo te gusta esa estabilidad, y que pocas cosas pueden ya sorprenderte, que equivocación, el destino siempre ha sido traicionero y aparece cuando menos te lo esperas a demostrarte que él es quien manda en esta aventura que vivimos.
De repente, así, de casualidad aparece un mensaje en la pantalla de mi móvil, y ya desde el primer momento comienzo a sonreír...
Una conversación, otra...y a mi solo me bastaron venticuatro horas para ilusionarme, joder yo ya no me ilusionaba, yo tenía la coraza y me había convertido en una persona fría ¿qué estaba pasando para qué un "buenos días" me colocara la sonrisa en la cara e hiciera que cerrara los ojos y diera saltitos de quinceañera?
Ahora lo pienso y no puedo analizar los sentimientos que me sobrepasaban en ese momento, los tenía en la boca del estómago. Yo, que había dejado de sentir y de ilusionarme, que pensaba que mi idea de la felicidad era distinta al resto del mundo. Y llegaste tú, con tus ojos pequeños, tus canciones, tus sonrisas y tu voz a alegrarme los días, a quitarme la coraza y a crearme ilusiones que yo ya creía inexistentes, a volver hacer de cada día como una mañana de Navidad.
Tenía miedos, muchos, siempre cuesta volver a sentir cuando estás apagada, me estabas haciendo dar un poquito más de mí, y yo que quería ir despacio te estaba mostrando mi alma en un abrir y cerrar de ojos, todas mis virtudes y mis defectos. Puse todas las cartas encima de la mesa y me di cuenta de que iba a "todo o nada", aposté todo al rojo sin saber si iba a ganar o no, pero ya que jugaba iba a jugar bien, dándolo todo, sin pensarlo, porque no pensé, me dejé llevar cada día viendo como cada día descubríamos algo más el uno del otro, como nos desnudábamos en conversaciones y llamadas que se nos quedaban cortas, en suspiros al colgar el teléfono y en las sonrisas que teníamos antes de dormir.
Hasta que ocurrió y comprendimos que en un abrazo se puede sentir toda la energía del mundo, y que hay estaciones de tren que aún conservan nuestra ilusión y las ganas de vernos, que guardan el recuerdo de un beso una noche fría y lluviosa mientras hay banda sonora de fondo. Y entonces te das cuenta de que no tienes miedo y te paras a pensar ¿dónde has estado todo este tiempo?
Ahora somos dos personas formando un único equipo donde compartimos todo, tú me complementas y yo a ti, porque ya nos hemos cansado de estar separados, si el destino ha querido juntarnos de esta forma tan inesperada ¿quiénes somos nosotros para impedírselo?
Nadie sabe que depara el futuro, lo que ocurrirá en unos meses, pero de momento vamos a disfrutar de esta bonita casualidad, vamos permitirnos ser felices.
Me he sentido tan identificada con este post, en serio, me ha encantado, y me has sacado una sonrisa de oreja a oreja :)
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