Te propongo un plan, dejemos de ser nosotros mismos por un día. Encontrémonos en un lugar escondido, coge el coche y vayámonos a algún lugar que esté súper lejos, dónde tu no seas tú y yo no sea yo.
Pon música, Piazzola mejor, ya sabes que me encanta, porque reconocelo, sabes todo de mí; y no me abraces, no quiero que me abraces, quiero que me empotres, que me empujes contra la pared y me muerdas la clavícula porque me encanta; quiero que me hagas chillar de placer, que me quede ronca de tanto gemir; quiero que me enseñes dónde está mi limite de orgasmos; que me dejes agotada pero con ganas de pasar mis uñas por tu estómago, con ganas de morderte el cuello y marcar algún rincón de tu cuerpo para considerarlo mío.Quiero mirarte a los ojos mientras te corres, me va a encantar ver la cara que pones y saber que he sido yo quién lo ha provocado.
Podemos hacer un descanso para coger fuerzas, llévame a la ducha, o mejor te llevo yo, y de pie, con las piernas enroscadas a tus cadera vuelve a poseerme otra vez, gime; aquí nadie nos escucha, somos libres de despertar todo lo que llevamos guardado. En la cocina, en la encimera, en el suelo, en la cama...en todos los lugares de esa casa escondida que hemos encontrado para dejarnos llevar.
Cuando terminemos, después de un día sin dormir, déjame en casa y olvidémonos que un día fuimos libres, que un día dejamos volar nuestros sentimientos y nos quisimos a nuestra manera, con más deseo que sentimientos.
Y cuando llegues a casa y te mires las marcas que tienes en algunos rincones de tu cuerpo, recuerda que un día yo estuve ahí, al igual que yo recordaré que tu estuviste dentro de mí.
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